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lunes, 3 de junio de 2013

Películas gays que ayudan a construir la identidad sexual

Este es un post de Martín Dutelli, un colaborador de Boquitas pintadas, que ayuda a pensar la relevancia de ciertas películas en construcción de la identidad sexual. Dice Martín: “La realidad que refleja el cine de temática gay puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea”.


Un repaso íntimo de películas como Fama, El beso de la mujer araña, Maurice, Mi vida en rosa en este texto inspirado en el amor.


 Otro modo (cinematográfico)  


Por Martín Dutelli


Martín Dutelli, un amante del buen cine


Cuando era adolescente, casi sin darme cuenta, estuve construyendo mi identidad sexual.


Como dijo un compañero en el grupo de reflexión para varones gay al cual asisto en Puerta Abierta hace varios años y que coordina el Lic. Alejandro Viedma: “A mí el cine me educó, me habilitó”. Las películas nos educan y es ciertamente así, como los libros también nos abren el panorama.


Recuerdo que uno de los primeros libros que leí “con orientación homosexual” fue La brasa en la mano, de Oscar Hermes Villordo. Me lo tragué en silencio, sin decir palabra, a escondidas. Guardaba el libro debajo de mi colchón, esperando que no fuese encontrado.


Ahora haciendo un flash back, rememoro que cuando era casi un púber descubrí en la película Fama el personaje gay, como un pobre chico que la sociedad apuntaba con el dedo acusador, y me sentí identificado. Yo me fui convocado al silencio: la marcha iba por dentro, cada vez que había alguna pauta, alguna imagen que tuviera que ver con lo que todavía estaba dentro del clóset, se me prendía una alarma roja en la cabeza, haciendo ruidos desaforados.



-Trailer oficial de Fama-


 


Recuerdo también en mi temprana adolescencia cuando fui a ver la película El beso de la mujer araña con mi madre, con “imágenes escandalosas”, puro deleite para el ojo gay. Escenas en las que Raúl Julia y William Hurt tienen una especie de coito, empezando por un beso apasionado entre dos varones. Uno de ellos gay y el otro heterosexual, pero que sucumbió a los brazos del sexo en una oscura cárcel, permitiéndose el afecto del otro ser.



-Trailer de El beso de la mujer araña-


 


La procesión seguía por dentro. Pronto ví películas como Maurice (miles de veces); era un placer observar cómo dos hombres se tocaban, se besaban y acariciaban. Iban descubriendo su sexualidad y, a través del tiempo, fueron formando cada uno una manera de amar diferente. No obstante, siempre lo mismo: afloraba en mí una pulsión de ir a ver Maurice y al unísono seguía mintiendo en mi casa, que iba a ver otra película.


En este momento me pregunto: ¿Cómo nos fueron marcando las épocas? Creo que el cine se convierte en un espejo de lo que está sucediendo en la sociedad, es decir, el cine refleja, como un espejo, lo que la sociedad va viviendo, elaborando; es como si la sociedad entera fuera al consultorio de un psicólogo y le dijera: “Nos pasa esto, esto y esto, ¿qué podemos hacer?”.


Y el mismo analista, que también es parte de la misma cultura, nos contestara que frente a eso, sólo podemos transitarlo, elaborarlo, actuarlo, salir de la jaula de las locas, afrontar la ley del deseo, tener sexo como el sexo de los ángeles, amar extrañamente, saber todo sobre mi madre, ser gente como uno, intentar la mejor manera de caminar, conocer otro amor y más, mucho más… Luego abrir los ojos, y ver que todo esto no es más que otro modo. Pero que también  tenemos permiso para vivirlo. Hacerlo carne, concretar.


Cambios en la sociedad


En algún momento, antes, después o durante, aparecieron (a mediados de los 80) las películas argentinas Adiós Roberto y Otra historia de amor. La primera trataba el tema con un poco de culpa del lado del protagonista. En aquellos años vemos cómo la sociedad fue cambiando, porque en la segunda, los protagonistas se permiten el encuentro.


Y ni hablar de los espectaculares avances de los últimos años, concretados en la igualdad de derechos, principalmente con la ley de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de género. Estos avances recientes me conectan con que semanas atrás ví Mi vida en rosa. La película es franco-belga-británica, del año 1997. Nos plantea la vida de un niño, Ludovic, que se siente niña y en cada ocasión que puede, se viste de mujer.



-Trailer de Mi vida en rosa-


 Con vestidos de su hermana. Él o ella, entabla una relación con el hijo del jefe de su padre. Que es también compañerito de colegio, Jerôme. Ludovic le asegura todo el tiempo a su familia que Jerôme y ella se van a casar. Lo que pasó después fue que los descubrieron jugando al casamiento y ahí empezó la guerra entre familias. La poca tolerancia a lo diferente. Empezamos a ver cómo maltrataban a ese/a niño/niña que sólo quería ser ella.


Tanto su familia como el resto de la sociedad, sobre todo en el colegio, le armaron escándalos, echándole la culpa a la niña simplemente por querer ser ella. Es una hermosa película que trata la discriminación, la homo o transfobia, la ignorancia, pero también en algún momento se entabla la aceptación, porque mientras se anide el amor, se podrá triunfar en lo que se ES y ya no sólo soñar con lo que unx podría ser.


“Y así  seguimos andando


curtidos de soledad,


y en nosotros nuestros muertos


pa’ que naide quede atrás”


- Extracto de Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui -


 


Considero que somos la esperanza de nuestros antepasados, y las películas son como el documento digno de lealtad frente a lo que acontece.


En cuanto a la identidad sexual, es de destacarse que esta realidad que refleja el cine LGBT puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea.


Concluyo, siguiendo estos lineamientos, que hoy ya es momento de abrir la puerta, para que quede la Puerta Abierta y podamos salir del clóset, con o sin celuloide.


Pero enteros.



-Los hermanos, Atahualpa Yupanqui-


(*) Escribí el presente artículo y lo hice con mucho amor para Alejando Viedma. Me inspiré desde de que nos comentara que en este mes de junio viajaba a Israel a dar un par de charlas e iba a disertar en la Primera Conferencia Internacional LGBT del Festival de Cine de Tel Aviv.


 


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