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viernes, 24 de mayo de 2013

Adolescencia gay: el derrumbe del ideal de padre e hijo

En algunos post anteriores reflexionábamos sobre la bisexualidad y la homosexualidad en la adolescencia, también sobre los riesgos del hostigamiento escolar a causa de la orientación sexual de un joven. Esta vez, el Lic en Psicología Diego Samara ayuda a pensar sobre las desilusiones tanto de padres hacia sus hijos, como de estos últimos a sus mayores cuando los adolescentes se asumen gays.


Dice Samara que se vuelve necesario “duelar el ideal de hijo que se tiene como padre, lo que uno quiere que el hijo sea acorde a ciertos parámetros sociales”. Pero, por otro lado, al hijo también se le viene abajo el padre como ideal, como ese héroe imaginario que todo lo podía, según sus ojos de niño. Cuando un joven por fin reconoce que le gusta alguien del mismo sexo y logra contárselo a sus padres, si se siente incomprendido o juzgado o rechazado, sin dudas, la imagen ideal de aquella persona que podía contenerlo siempre, se cae.


Es interesante recordar que, luego de esa etapa que a veces implica cierto distanciamiento, todas las personas que dieron su testimonio a lo largo de más de dos años en Boquitas pintadas reconocieron que luego el vínculo con sus padres se recompuso. Nunca hay arrepentimiento por salir del ropero, los relatos testimonian todo lo contrario.


Para retomar a Samara: incluso esa desilusión mutua de padres e hijos es positiva. “Yo diría desilusión necesaria para dar cuenta de que los hijos no son objeto de pertenencia”, explica el especialista.


Beso en el umbral de una casa en Buenos Aires; Foto: Facebook Ignacio Lehmann; 100 World Kisses


“Es una desilusión necesaria”  


Por el Lic Psicología Diego Samara


La adolescencia es una etapa de ambivalencia emocional, emociones tanto de bienestar como dolor, además inquietud y curiosidad, en especial, sobre la sexualidad. Los adolescentes desean conocer, experimentar. Algunos tienen la posibilidad de manifestar libremente su orientación sexual según sus sensaciones, aunque sea con dificultades; otros no tienen esa chance y considero que si hay prejuicios, tabúes que vienen de la cultura social, depende de la historia familiar de cada uno, de si pueden cuestionar o no esas creencias más allá de la cultura en que se encuentren, que es muy diversa.


Comparto una viñeta del caso de un adolescente que llamaré  Andrés, de 17 años. Este chico manifestaba tener experiencias sexuales efímeras con algunas chicas; al año siguiente conoció a Claudio, con quien ahora está en pareja desde hace tres años. Ambos conocen a los padres de su respectivo novio, “mis suegros”, como dice él.


En este caso, no se podría pensar en una bisexualidad, sino en un cambio rotundo de objeto. Andrés necesitó un tiempo para que manifestara su orientación, que ya estaba latente.


A él no le fue fácil, no fue de un día para el otro manifestarse como gay. Recuerdo que hacía referencia sobre el rechazo de parte de su padre cuando se lo dijo. Sin embargo, en el transcurso de la terapia pudimos ver que en su caso no se trataba de la no aceptación, sino de la desilusión de su padre. Yo diría desilusión necesaria para dar cuenta que los hijos no son objeto de pertenencia.


De esta manera, implica por un lado duelar el ideal de hijo que se tiene como padre, es decir, lo que uno quiere que el hijo sea acorde a ciertos parámetros sociales  (en este caso específico, que su hijo sea heterosexual). Por otra parte, desde el lado del hijo cae ese padre como ideal, el héroe imaginario que corresponde a la etapa de la infancia (ese padre que defiende, que sostiene y apoya a ese hijo y su deseo).


Hoy el padre, su hijo y el novio de él tienen una relación excelente.


Para concluir, considero a la adolescencia como una etapa intermedia, de transición de la niñez hacia la adultez, que implica en parte cierta ambigüedad con cambios esporádicos de un objeto a otro; en general, eso ocurre sólo en una etapa temprana de la adolescencia, en otro tiempo posterior se vuelven más estables (los jóvenes y sus preferencias).


Me parece importante respetar los tiempos subjetivos de los jóvenes, escucharlos es una manera de generarles confianza, recién ahí, corriéndose del lugar de la vigilancia es que podrán hablar francamente con sus hijos y podrán ayudarlos, por ejemplo, a cuidarse en el sexo. Esto es un gran tema, más que del género que tengan sus compañeros amorosos.


 


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